Carles Armengol (Barcelona, 1981) creció correteando entre las mesas de la casa de comidas que regentaban sus padres en Collblanc. Ya entonces le interesaba observar el comportamiento y las contradicciones de la gente que pasaba por el bar, un interés que se ha mantenido a lo largo del tiempo. Como psicólogo, ha entregado su alma al diablo al asesorar a multinacionales de todo tipo sobre cómo conectar con el pueblo llano para venderle más productos y servicios. También se ha visto obligado a servir cócteles de bienvenida y blinis de salmón ahumado en restaurantes pijos para sobrevivir.