Colin Bertholet (Namur, 1956) afirma que nació en Salobreña (Granada, España) a la edad de 12 años. Se crió en el seno de una familia en la que la creatividad era algo vital, esencial: su padre fotógrafo profesional, era buen amante de la música y tocaba al parecer, bastante bien, el piano; su madre sensible y creativa, se inclinó por la alta costura y la decoración. No podía ser de otra manera: Colin -nombre con el que firma su obra y con el que quiere que lo llamen sus amigos- estuvo desde su infancia ligado al mundo del arte. En ese entorno, como él dice, le enseñaron a mirar "las otras cosas"; como un designio ancestral se dedicó en cuerpo y alma al arte en general y al diseño en particular en sus múltiples facetas y no a la biología o al estudio del código penal.