Jorfe (acrónimo con el que Jordi Fortuny Esteban firma sus trabajos) de pronta vocación científica, decidió estudiar humanidades. Error que pronto le ayudaría a descubrir su verdadera vocación, pues ocupar las aburridas horas lectivas dejando las mesas como la cara de un mahorí no dejaba lugar a equívocos: le gustaba más el dibujar que comer con las manos. Y debía aprender a hacerlo bien. Para ello se armó de valor e hizo lo que ningún otro adolescente en su sano juicio haría nunca: fue a la biblioteca. Y una vez allí leyó y releyó todo sobre aquello que llamaban "ilustración", desde Robespierre a Hanna