Artes de la controversia

homenaje a Quintín Racionero

Escudero Pérez, Alejandro (ed.) (...)

Quintín Racionero, con rigor y vigor, ha sostenido que en el mundo moderno ha predominado la tesis de que las controversias son algo negativo, un lamentable obstáculo el progreso del saber en el seno de una historia universal en la que se realiza un sistema completo y exhaustivo. El menosprecio de las controversias se ha sostenido, en general, sobre una creencia “metodologista”: debe haber, se postula, sea en la ciencia o en la moral, un conjunto de reglas necesarias y universales que pueden aplicarse con el fin de fijar definitivamente respecto a cualquier enunciado –constatativo o normativo– su validez irrefutable. La concepción negativa de las controversias, sin embargo, y afortunadamente, ha empezado, aunque sea lentamente, a perder su anterior “evidencia” a partir de la segunda mitad del siglo XX. De este modo, puede ya reivindicarse el crucial lugar y el central papel de las controversias en los distintos ámbitos del saber (la ciencia, la técnica, la moral, la política, el arte, la religión). Y en este punto ha incidido la contribución filosófica de Quintín Racionero (por ejemplo, insistiendo en el núcleo retórico de toda argumentación que actúa en todo diálogo racional, etc.). La controversia es, según Quintín Racionero, el “arte” –en la acepción antigua del término, enteramente actual– de una razón polémica, es decir, de una razón crítica de los saberes actuales que se sitúa en la difícil zona intermedia entre el dogmatismo del pensamiento único y el escepticismo del todo vale