Café y domingos por la mañana

Castro Casado, Eugenio

Te levantas algo más tarde que de costumbre. Te sientas con un café a leer la prensa. Los titulares te golpean, te atropellan, te dejan poco espacio para escapar. Compruebas, atónito al principio, más seguro a medida que pasa la mañana, que hay frases que no se quieren ir, que te persiguen, que quieren unirse unas a otras para explicarte el mundo (quizás para explicar tu mundo). Empiezas a escribir y sientes cómo la tarde te espera. Cada domingo una cita con el mundo, con ese mundo que creas cuando acabas de unir todas las frases y todo cobra sentido. Sesenta domingos, sesenta cafés, sesenta textos que llegado el momento aterrizan en tus manos, los lees y ves, quizás, lo que nadie más ve.Recuerda, soy el piloto, soy la tripulación y soy el pasajero. Abróchense los cinturones