Cumbre y sendero

Aizcorbe Iriarte, Inmaculada

En esta obra se presenta la vida de una mujer que te sorprenderá. Era Amelia, a la que nuestra Fundadora, Mª Emilia Riquelme llamaba con cariño Amelita.
A los 8 años perdió a su madre; su pequeño y sensible corazón sufrió mucho y desde esa edad demostró un talento poco común, guardó silencio para que el dolor ya grande de su padre no aumentara con el dolor de su hijita.
“Los caminos del Señor no son nuestros caminos”, así dirigió Dios los acontecimientos.
La familia Arderiu mudó de casa y el Colegio, que estaba más cerca del nuevo hogar, fue el de las Misioneras del Santísimo Sacramento y María Inmaculada, de la calle Encarnación 62-64, de Barcelona.
Desde el primer momento, en el nuevo Colegio Amelita se encontró feliz, como en su casa; La Madre Fundadora, al ir tratando a la pequeña colegiala y ver su capacidad de comprensión, su carácter enérgico y su docilidad, empezó con esmero, firmeza, paciencia y su gran corazón, a darle a Amelita una formación completa.
A esa adolescente y joven que estuvo, como hemos dicho, tan unida y cercana a María Emilia, a la que un día le dijo “hija mía, tú me cerrarás los ojos”, es a la que te vas a acercar con estas páginas y que vivió totalmente entregada a Dios y a los hermanos.
En su personalidad se ve reflejada lo que nuestra Fundadora quería que fuéramos sus Misioneras: mujeres valientes, entregadas y deseosas de que muchos conocieran a Dios, en ella vemos “un fiel retrato, un espejo de su Fundadora, María Emilia Riquelme”