Doña Casta de Noviercas

Turrado, José Carlos

El gran escritor sevillano Gustavo Adolfo Bécquer contribuyó a lo largo de las generaciones, con un éxito sin parangón, a la educación sentimental y estética de millones y millones de hispanohablantes. Nos enseñó, por ejemplo, que la poesía tiene los ojos azules. No se malinterpreten estas palabras, que carecen totalmente de contenido reivindicativo, ni nos hagamos los listos demostrando que conocemos la diferencia entre el iris y la pupila, que ya está muy manido. A algunos de nosotros nos llamó desde niños la atención que ni su bendita esposa y madre de sus tres hijos, Casta Esteban, ni su supuesta amante, la célebre soprano Julia Espín, tuvieran, al parecer, los ojos azules, sino marrones, vamos, como cualquier persona decente. ¿No huele maravillosamente a tragedia?