Editorial: Foro para el Estudio de la Historia Militar en España
Número de páginas: 328 págs. 24.0 x 16.0 cm
Fecha de edición: 01-01-2012
EAN: 9788493538453
ISBN: 978-84-935384-5-3
Precio (sin IVA): 20,19 €
Precio (IVA incluído): 21,00 €
El reino de Navarra quedó arrasado durante la invasión francesa y, además, había perdido su status en 1813 por la adopción en España del constitucionalismo, que lo transformó en provincia. Con la restauración absolutista, tras la vuelta de Fernando VII del exilio en 1814, recuperó paulatinamente su condición, entre no pocas pretensiones con la Monarquía.
La alarma suscitada por Napoleón Bonaparte en 1815, conocida como los Cien Días, causó otro sacrificio económico más. El depauperado ejército regular permaneció en el territorio durante un largo periodo de tiempo, exigiendo sin cesar a la población trasnportes y suministros. Esta circunstancia creó un enorme malestar.
Navarra fue el último reino peninsular que lograba conservar sus Cortes estamentales, de hecho, entre 1817 y 1818 se celebraba la penúltima asamblea, una de las más fructíferas. Sin embargo, se produjeron hechos que marcaron el inicio de la fractura social, así como la caducidad del sistema. En lo esencial, la causa se debía a la disparidad de intereses de grupo y a las rígidas estructuras organizativas.
Fueron evidentes los intentos de fagocitosis por parte del Estado centralista, provocando que fuese el caso más peculiar de España. Aunque los ciudadanos mantuviesen contacto con las influencias revolucionarias externas, sobre todo por su situación fronteriza, acabó convirtiéndose en un anacronismo. Por todo ello puede destacarse, dentro del proceso internacional de modernización del mundo contemporáneo, como uno de los ejemplos atípicos del continente europeo.
El reino de origen medieval, sin monarca propio, se perpetuó como virreinato bajo la férula de la Corona española. En 1841, por la Ley Paccionada, perdería definitivamente su identidad política con el Antiguo Régimen. Antes, se padecieron dos guerras civiles y tuvieron especial incidencia en este reducto histórico. El cruento resultado obedeció, sobre todo, a la defensa a ultranza de los fueros y sus privilegios por parte de los sectores más tradicionalistas. Éstos estuvieron coaligados con el absolutismo monárquico, que asimismo veía peligrar su continuidad ante la implantación del modelo liberal.