Escaleras mecánicas

Collado Gómez, Juan Lorenzo

Escribir una contraportada supone una enorme responsabilidad porque generalmente es lo primero que se lee cuando se va a adquirir un libro, salvo que este haya recibido tantas críticas elogiosas que el comprador/lector se limita a tomarlo entre sus manos y pasar por caja con la tranquilidad de que la satisfacción estará asegurada en cuanto llegue a su casa y comience la lectura.
Pero este libro (que merece los máximos elogios aunque no los haya recibido por la crítica oficial, demasiado ocupada con las reseñas pagadas por las grandes editoriales) requiere de una contraportada que anime al lector a tomarlo entre sus manos y pasar por caja con la certeza de que la satisfacción estará asegurada desde el momento en que llegue a casa y comience la lectura.
Estoy hablando, por tanto, de una responsabilidad que, más que enorme, me atrevo a calificar de descomunal, una responsabilidad para la que no sé si reúno los requisitos necesarios, que no son pocos. Por esta razón, me atrevo a robarle unas pocas palabras al prólogo, que no hay que perderse, aunque casi nadie lee los prólogos, injustamente descartados de antemano, porque es una pequeña gran maravilla. Estas palabras robadas, que clausuran un prefacio que supone el perfecto aperitivo previo al plato principal, seguro que le convencerán, estimado lector, de que el poemario cuya contraportada está usted leyendo en estos instantes, merece la pena: Pase adelante, lector, y navegue por estas líneas que, cuando menos lo espere, le sorprenderán con una imagen original o brillante camuflada en el lugar más insospechado.
Y es que este poemario, como todos los suyos publicados con anterioridad, del más que abundantemente laureado poeta, escritor y fotógrafo albaceteño, Juan Lorenzo Collado Gómez, nos regala en esta ocasión merece la pena. Se lo aseguro.