Hacia la construcción de puentes para la paz

lectura y sentido de la realidad desde el magisterio del Papa Francisco

Ríos Uriarte, María Elizabeth (ed.)

Los tiempos que corren son convulsos y llenos de contradicciones. El contexto geopolítico actual presenta profundos discursos de odio y marginación que provocan exacerbaciones de acciones violentas en distintas regiones y que han sumido al mundo en dos guerras aún en curso. Desde esta lectura, esta obra es una que insiste en que la paz no es una utopía, sino una posibilidad para la que basta una decisión y un compromiso sólido, firme, constante y reiterado. Si bien en todo el magisterio de la iglesia católica encontramos exhortaciones a la paz, hemos tomado las enseñanzas del papa Francisco como punto de referencia para analizar y profundizar en las causas más últimas de la violencia y proponer caminos que permitan desactivarla y construirla, ya que creemos que su testimonio como cabeza de la Iglesia está más centrado en obras y gestos que en palabras y discursos; por ello, a partir de éste, los autores que compartimos nuestras reflexiones en esta obra, nos hemos dejado interpelar por el dolor y el sufrimiento que a diario nos causamos todos los seres humanos para apenas pronunciarnos, esperanzadamente, por la terminación de esta espiral de violencia y el comienzo de una nueva forma de encontrarnos y de acompañarnos como personas más allá de nuestras creencias, ideas, prejuicios, miedos, costumbres, etcétera. La realidad que vivimos no puede ser más una de lágrimas y muertos, exige una nueva mirada y nuevos mecanismos que detonen también nuevas acciones porque la paz requiere condiciones previas: la verdad, la libertad, la justicia, el amor…, y para ello, hay que trabajar y resistir. Deseamos, pues, que este libro constituya más que un análisis riguroso y academicista, una invitación a mirar las zanjas cavadas y a ser lo suficientemente valientes para brincarlas y encontrarnos cara a cara, los unos con los otros, sin miedo, sin odio, sin rencor, solo con caridad y reconocimiento como personas dignas y merecedoras de respeto. Que esta obra sea entonces un puente y no un muro.