Editorial: Cultiva Libros
Colección: Autor ; 98
Número de páginas: 126 págs. 21.0 x 14.0 cm
Fecha de edición: 25-09-2010
EAN: 9788499233840
ISBN: 978-84-9923-384-0
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Precio (IVA incluído): 15,00 €
Contento con el éxito de su consultorio, Abraham parece buscar restañar el herido orgullo de su interlocutor ?ni siquiera en Berlín es un martirio ser seguidor suyo?. No escribe discípulo (1). Meses después, al agradecer la ?atención personal? dispensada en su visita a Viena, se permite aludir, con desacuerdo, a una grave acusación de Jung al Maestro: su ?truco? es que ?rebaja usted a cuantos le rodean al nivel de hijo? mientras permanece ?en lo alto como padre? (2). Bleuler, descontento con el rumbo autoritario que percibe y estima negativo para el intercambio científico, dimite de la Asociación de Zurich y rompe sus lazos con la API. Con el tiempo su separación parece haber sido ?más importante? que las sucedidas anteriormente (3). Cinco meses antes de la reelección de Jung en el IV CPI de Munich de 1913, Abraham envía un fallido ?memorándum secreto? a las sociedades locales instando a exigir su dimisión (4), que reitera (5) una vez su Como señala Haynal respecto al psicoanálisis, una visión histórica muestra ?inapropiada? toda tentativa de querer detener el flujo de las ideas científicas, ?incluso en nombre de una fidelidad? al fundador. A través del examen de la correspondencia entre Sigmund Freud y Karl Abraham, entrecruzada cronológicamente con documentación paralela, en esta obra se pretende mostrar que la relación entre ambos vino marcada desde el comienzo por la tensión, ineluctablemente soterrada, en relación al recelo del segundo en torno a su independencia, el resentimiento por la incorporación de sus ideas, la mutua competitividad y las innegables diferencias teóricas entre ambos. En el marco de una compleja trama de intrigas intestinas en torno al poder entre los siete miembros de un Comité encabezado por el Profesor, que en secreto regía el movimiento psicoanalítico mundial, se plantea la posible colusión de éste a su ascenso e inducción a enfrentarle, como adalid de la ortodoxia, con sus sucesivos delfines, Jung y Rank. Una vez abierta la sucesión por la enfermedad cancerosa de Freud y designado Abraham, por los demás miembros, de forma unánime, al cargo de Presidente de la Asociación Psicoanalítica Internacional, el paso conducía en 1924 a que la ocupara él tras el presumible fallecimiento. El único recurso del fundador del movimiento para impedirle flanquear el acceso era lograr que colidiera con él. La muerte inesperada, en plena cumbre, se iba encargar de allanar el camino sucesorio a la hija del fundador. foto pasa a ?ocupar el lugar de Jung?. Cuando en abril del año siguiente éste se siente obligado a renunciar a la presidencia pasa a ocuparla provisionalmente, él, a instancias del Fundador. Su inmediata propuesta de elevar a éste a la Presidencia de Honor es acogida con reticencia. Abraham no entiende que ?le sepa a retiro?. ?Astutísimo clínico psicoanalítico? (6), se mantendrá ?por mucho tiempo? como el ?único especialista freudiano relevante en psiquiatría? (7), y para Freud, el reconocimiento por el mundo médico es el prioritario (8).Como señala Haynal respecto al psicoanálisis, una visión histórica muestra ?inapropiada? toda tentativa de querer detener el flujo de las ideas científicas, ?incluso en nombre de una fidelidad? al fundador. A través del examen de la correspondencia entre Sigmund Freud y Karl Abraham, entrecruzada cronológicamente con documentación paralela, en esta obra se pretende mostrar que la relación entre ambos vino marcada desde el comienzo por la tensión, ineluctablemente soterrada, en relación al recelo del segundo en torno a su independencia, el resentimiento por la incorporación de sus ideas, la mutua competitividad y las innegables diferencias teóricas entre ambos. En el marco de una compleja trama de intrigas intestinas en torno al poder entre los siete miembros de un Comité encabezado por el Profesor, que en secreto regía el movimiento psicoanalítico mundial, se plantea la posible colusión de éste a su ascenso e inducción a enfrentarle, como adalid de la ortodoxia, con sus sucesivos delfines, Jung y Rank. Una vez abierta la sucesión por la enfermedad cancerosa de Freud y designado Abraham, por los demás miembros, de forma unánime, al cargo de Presidente de la Asociación Psicoanalítica Internacional, el paso conducía en 1924 a que la ocupara él tras el presumible fallecimiento. El único recurso del fundador del movimiento para impedirle flanquear el acceso era lograr que colidiera con él. La muerte inesperada, en plena cumbre, se iba encargar de allanar el camino sucesorio a la hija del fundador.Miguel Ferrández Payo, médico psiquiatra, ejerce como Jefe Clínico en el Centro Neuropsiquiátrico Nuestra Señora del Carmen, de Zaragoza (HH. Hospitalarias) y en su propia consulta. Su orientación es la psiquiatría dinámica y la psicoterapia psicoanalítica, y su campo de interés preferencial, la aplicación del psicoanálisis a la psiquiatría (especialmente a la depresión melancólica unipolar/ bipolar), así como la historia de la relación entre ambos. Además de la presente obra, es autor del libro, de inminente publicación, De Abraham a Klein: a un siglo de las primeras aportaciones psicoanalíticas a la psicodinámica de la depresión melancólica (1911-1945).