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La democracia indignada
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La democracia indignada

tensiones entre voluntad popular y representación política

Gutiérrez Gutiérrez, Ignacio (ed.)

Editorial: Comares

Colección: Biblioteca Comares de ciencia jurídica

Número de páginas: 176 págs.  24.0 x 17.0 cm  

Fecha de edición: 10-10-2014

EAN: 9788490451960

ISBN: 978-84-9045-196-0

Precio (sin IVA): 16,35 €

Precio (IVA incluído): 17,00 €

La crisis económica, decíamos en nuestra propuesta, ha convertido en insoportables las deficiencias del sistema representativo. En tiempos de bonanza se pasan por alto, pero eso resulta más difícil cuando el sistema no ofrece respuesta para los graves problemas cotidianos. Se reclaman entonces no sólo otros resultados (bienestar) u otras políticas, sino también otras formas políticas: una democracia real que supere los límites de la democracia representativa de partidos. Analizar esta situación quedaba bajo la responsabilidad de Enrique Guillén, a quien se le propuso como título para su ponencia «Las enseñanzas del 15-M, o de cómo la democracia representativa se topa con límites insoportables».
La primera respuesta supuso reactivar la participación a través del ejercicio de ciertos derechos fundamentales: hablamos de las masivas convocatorias del 15-M, del toma la plaza o el rodea el Congreso, de las reuniones, concentraciones, manifestaciones y huelgas, del ejercicio masivo del derecho de petición a través de plataformas sociales. Correspondía explicarlo a Elviro Aranda («El ejercicio de los derechos fundamentales como poder democrático»). Una segunda reacción se orienta hacia las posibilidades que abre la democracia directa: hay propuestas de que se celebren referenda no sólo para la autodeterminación territorial, sino también para convalidar la política económica del Gobierno, por ejemplo; y también se han puesto en marcha varias iniciativas legislativas populares, la más célebre de ellas por parte de la Plataforma anti-desahucios. De ello se ocuparía Miguel Presno («Instituciones de democracia directa»).
Esa activación social también necesita organizarse: de un asambleísmo más o menos primario y de las redes sociales se pasa a técnicas más depuradas, con comisiones, grupos de trabajo, plataformas... e incluso se crean en internet instrumentos alternativos de información que sustituyen a la prensa convencional, muy afectada por la crisis económica. Es la temática que, en principio, encargamos a Miguel Boix, bajo el título «La organización de los contrapoderes». Pero, además, ¿qué tipo de poder ejercen esos nuevos contrapoderes? Porque ya no son un clásico mecanismo de control social, como el que ejercía la prensa tradicional, sino que van más allá: desde la resistencia ciudadana, por ejemplo frente a las ejecuciones hipotecarias, hasta la búsqueda de la hegemonía ideológica, que en su caso se concretará sólo a medio y largo plazo, pero que ya desempeña un papel central en la acción social.
De ello nos debía hablar Ramón Adell («El poder de los contrapoderes»).
Al final, sin embargo, la conversión del contrapoder ciudadano, de una nueva voluntad popular, en decisiones con eficacia pública, desde la reforma de la ley hipotecaria a la de la ley electoral, exige una cierta institucionalización: también los nuevos actores necesitan y buscan una cierta representación, en cursiva si se quiere. Y ello supone asumir la lógica propia de la organización política, con los riesgos que ello entraña; son bien conocidos, por ejemplo, a partir de la experiencia de los verdes alemanes. Tales serían «Las enseñanzas del tiempo transcurrido, o de cómo la democracia representativa sigue siendo imprescindible», una ponencia de la que se encargaría Josep M.ª Castellà.

 

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