Trallero Sanz, Antonio
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Editorial: Aache
Colección: Tierra de Guadalajara ; 94
Número de páginas: 208 págs. 21.0 x 13.0 cm
Fecha de edición: 30-09-2015
EAN: 9788415537885
ISBN: 978-84-15537-88-5
Precio (sin IVA): 14,42 €
Precio (IVA incluído): 15,00 €
Este libro es fruto de dos sucesivos estudios por parte de alumnos de la carrera de Arquitectura Técnica de la Universidad de Alcalá, dirigidos por sus profesores Trallero Sanz, Fernández Tapia y Maza Vázquez, iniciados en 2005 y acabados ahora, debido a las prolongadas tareas de campo que han llevado, mediciones “in situ” y análisis de un territorio que habitualmente está anegado por las aguas del embalse de Buendía, y que en épocas de sequía, al bajar las aguas, dejan al descubierto las ruinas de este antiguo Balneario y Real Sitio, permitiendo su estudio detallado.
El estudio tiene varias vertientes: de una parte el histórico del lugar, con búsqueda de fuentes documentales y bibliográficas que permiten remontar sus orígenes hasta la época de los romanos. De otra, el análisis urbanística, arquitectónico, topográfico y constructivo de un conjunto muy amplio de edificios, de jardines y servicios.
A este balneario, que tuvo sus años –sus siglos- de apogeo y fama, le llegó el nombre de “LaIsabela” por decisión real, destacando así el uso que por parte de la monarquía hispana se hizo del mismo, y reflejando en su título el recuerdo de doña Isabel de Braganza, segunda esposa del rey Fernando VII. Aunque fue el tío de este, el Infante don Antonio de Borbón, hermano de Carlos IV, quien inició su uso, y programó estancias en “los Baños de Sacedón” como primeramente fueron llamados.
Por ellos, por sus nuevos edificios, sus bien cortados planteamientos urbanísticos, sus fuentes y sus jardines, sus alamedas junto al río y sus aguas salutíferas, desfilaron los reyes y reinas, políticos de altura y hasta intelectuales de nota. Por ejemplo, a don Gregorio Marañón le encantaba este lugar como espacio paradisiaco de descanso y meditación. Al final la Guerra Civil acabó con su uso, convirtiéndolo todo en cuarteles y prisiones, y tras el conflicto, la construcción del complejo hidroeléctrico de Entrepeñas y Buendía sumieron bajo las aguas del río Guadiela el conjunto.