Domínguez Leal, José Miguel
(ed.)
Editorial: Instituto de Estudios Turolenses
Colección: Palmyrenus ; 24
Número de páginas: 298 págs. 25.0 x 18.0 cm
Fecha de edición: 16-12-2024
EAN: 9788417999667
ISBN: 978-84-17999-66-7
EAN: 9788417999650 (o.c.)
ISBN: 978-84-17999-65-0 (o.c.)
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La obra está compuesta de una decena de capítulos: el primero está dedicado a la primera macarronea española conocida, la de Juan de Vergara (1522 circa), ambientada en el conflicto de las Comunidades de Castilla; el segundo versa sobre las macarroneas compuestas por los médicos Diego Sánchez (1533) y Méndez Nieto (1552 circa), transidas de espíritu goliárdico universitario; el tercero está dedicado en exclusiva a la macarronea erótico-satírica del jerezano Francisco Pacheco (1565), la más extensa de las conocidas, que, a nivel estilístico se aleja de la primera fase de la producción macarrónica española, y se acerca a la fase clasicista y normativa que inician las macarroneas lepantinas; en el cuarto se estudian las composiciones del maestro Martínez yJuan Escribano, escritas para las justas poéticas convocadas en 1571 por la Universidad de Salamanca para conmemorar la victoria de Lepanto, siendo testimonio de la popularidad del género en el ambiente universitario; el quinto presenta el emblema macarrónico, Otiositas vitanda (1605), compuesto en Cádiz, y anómalo desde el punto de vista de los dos géneros que funde; el capítulo sexto recoge tres breves composiciones de comienzo del siglo XVII de la pluma de López de Úbeda, Pero Miguel y Rodrigo Caro, que ilustran la culminación del proceso de normalización de la tradición macarrónica postfolenguiana en España; del último año del siglo (1700) conservamos una anónima macarronea, conmemorativa de la entrada en Sevilla de dos Grandes, que presenta las peculiaridades sobresalientes de contar con una doble redacción y de representar la primera aplicación conocida del género macarrónico a la crónica costumbrista, y a la que se dedica el capítulo séptimo; en el siglo XVIII -tratado en el capítulo octavo-, resultan extremadamente notables por sus inusitadas conexiones con manifestaciones parateatrales barrocas como la mojiganga callejera la macarronea del gaditano Merlinus y la recitada en una mascarada sevillana de 1740, a las que se une el epigrama canario de Quijada, que es una típica composición de circunstancias; aun perteneciendo también al siglo XVIII, se dedica un capítulo completo a la Metrificativo invectivalis de Tomás de Iriarte (1786), que constituye una admirable sátira ilustrada contra la anquilosada universidad del tiempo; el décimo estudia la última composición del género recuperada, la Pepinada, de Francisco Sánchez Barbero (1812), escrita en Cádiz contra José I Bonaparte, el postrero, y, sin duda, más folenguiano de los poemas macarrónicos españoles. El objetivo de estos capítulos es, pues, presentar un estudio introductorio, edición crítica con aparato de fuentes y traducción anotada de la poesía macarrónica postfolenguiana en España. Quedan excluidos, pues, de él todas las composiciones híbridas o macarronizantes que se han presentando en ocasiones como macarroneas.