Las lágrimas no tienen sexo

Castro Cotrino, Rafael Antonio

Miguel había convivido con la muerte desde la adolescencia y la había sentido de cerca en los años de lucha contra el terrorismo de ETA, sin embargo, no supo luchar contra un amor que lo estaba matando lentamente. Natalia vivió en un mundo de engaño, de humillación y de desprecio, hasta que un día luchando contra el amor que aún sentía por su marido, decide romper la relación. No tenía más que treinta y ocho años, y el coraje suficiente, para sacar adelante a sus tres hijos.
Miguel y Natalia son dos ejemplos de superación ante las zancadillas, a veces crueles, que nos pone la vida por delante. Unas actitudes valientes, de supervivencia, de entrega y sacrificio. Víctimas de dos amores ciegos no correspondidos, que los llevaron a conocer, tras el desengaño, el verdadero amor.