Los alivios de Casandra

Castillo Solórzano, Alonso de
Bresadola, Andrea (ed.)

Los alivios de Casandra (Barcelona, Jaime Romeu, 1640) reúne cinco novelas y una comedia de Alonso de Castillo Solórzano, el narrador más fecundo de la España barroca. Según su costumbre, incluyó las seis obras dentro de un marco boccacciano donde relata cómo Casandra, aristócrata de Milán, había caído en una profunda melancolía. Los médicos le recetan abandonar la capital lombarda, de modo que se trasladará a una quinta a orillas del Po en compañía de su padre, el marqués Ludovico, y su nutrido séquito. Cada atardecer, las damas de esta doncella referirán una historia en el jardín del exquisito palacete, reservando el último para escenificar El mayorazgo figura.
Los cinco «alivios» se cifran en episodios cortesanos protagonizados por nobles caballeros y distinguidas dueñas, espejo de la misma sociedad idealizada en la cornice: La confusión de una noche, A un engaño otro mayor, Los efectos que hace amor, Amor con amor se paga y En el delito el remedio. El novelista aspiraba a despertar la admiración del lector por medio de un rosario de peripecias, lances amorosos y avatares de la caprichosa fortuna. En la comedia, por el contrario, el mundillo áulico sirve como telón de fondo a un personaje grotesco, el criado Marino, asimilable al «figurón», que suscita la carcajada por su ridículo aspecto y las bizarrías de su lenguaje, falsamente culto.
El marqués Ludovico literaturiza en su asamblea una fiesta heterogénea que, además de los relatos y El mayorazgo figura, comprende asimismo música, poemas y bailes. Con un juego de perspectivas de veras barroco, el autor pucelano sitúa al lector a la altura de los otros huéspedes, invitándole a disfrutar de todos los recreos que integran esta summa de las artes del Seiscientos. Destaca la novela lipogramática En el delito el remedio, escrita sin la vocal a. Castillo Solórzano fue el primero en cultivar este ingenioso juego de agudeza y rebeldía contra la norma lingüística, que representa el principal reto estético de Los alivios de Casandra y el mayor alarde retórico de su producción.