Editorial: Cuadernos del laberinto
Colección: Berbiquí ; 9
Número de páginas: 96 págs. 18.0 x 14.0 cm
Fecha de edición: 09-09-2015
EAN: 9788494403644
ISBN: 978-84-944036-4-4
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No solemos darnos cuenta, pero los acontecimientos vitales que guardamos en la memoria suelen obedecer a pequeños detalles, ligeros atisbos de luz que iluminan la estancia de nuestros recuerdos y completan el mapa de nuestros pasos. Y cuando miramos atrás, y queremos significar los momentos esenciales de nuestro devenir, lo que nos viene a la cabeza no son momentos heroicos ni palabras grandilocuentes sino emociones que nos conformaron como seres sensibles. Así, recordaremos la sonrisa de la madre al recogernos del colegio, esa suavidad en las manos de la mujer que amamos al entrelazarlas con las nuestras por primera vez o la viveza de los ojos de nuestro perro al regresar a casa tras el trabajo. Recordaremos esa tarde de paseo y cañas con los amigos, la alegría de una familia unida ante la mesa en Navidad o el placer de ese libro leído junto al mar. Y miraremos atrás con añoranza pero sabiendo que nuestros pasos nos han conducido al lugar donde queremos estar.
Todo esto lo sabe bien Antonio Velasco Garrido quien, gracias a estos versos, nos lleva de la mano por los confines de sus sentimientos y querencias, por los senderos que eligieron sus pasos para hacernos partícipe de sus tesoros: el apasionado amor hacia María Jesús, su esposa, (Mientras haya una mujer /con tus ojos, /la dulzura de tus labios, un corazón que palpita, /unas manos que acarician, /una sonrisa que alumbra /y una boca que besa, /no habrá en el mundo tristeza); su afición por la lectura (Antonio Machado, Lorca); los detalles que hacen los días más llevaderos (el café de la madrugada, la visita a las iglesias, el recuerdo del río del paisaje de su infancia); el tremendo orgullo hacia sus hijos y nietos (Ocho nietos me dio Dios /más bellos que los luceros); la imperturbable fe y apoyo en Dios a lo largo de toda su vida (A mi Dios yo no lo olvido, /lo tengo siempre conmigo); la alabanza constante hacia su patria, España, o el sentidísimo homenaje a la madre.
Son, todos estos, poemas que reflejan los pasos de un caminante limpio de corazón, de un hombre que sabe vivir de forma generosa, pensando en los seres que ama y aspirando a un futuro mejor para todos. Son versos en forma de huellas en el camino de la vida, en los senderos que rigen nuestras decisiones y afectos. Palabras-huella, versos-mapa, claridad en la mirada y amor que fulge en cada letra.
El poeta no está solo. En su recorrido ha sabido darse a los demás y ha recogido la dicha de una familia que le quiere, de un entorno armonioso desde el que contemplar el paisaje que han creado su andadura. El poeta puede mirar hacia atrás y sentirse orgulloso porque sus huellas sirven de ejemplo y guía.