Negev, el silencio de una huida

Alonso Véliz, Jaime

Nanón, un niño, cautivado por los relatos sagrados que el cura de su pueblo contaba en los sermones de Adviento, y seducido por el paisaje del desierto y por la magia del Belén, que cada año hacía en su casa, anhela ser la persona que ayude a superar los angustiosos momentos por los que ha de pasar la Sagrada Familia, tras el edicto cruel de Herodes.
El Negev es el principal escenario: un lugar infinito y difícil, duro y cruel; en él transcurre la mayor parte de este relato, en el que domina más la ficción que la memoria histórica, pero donde la realidad y la fantasía se amalgaman y complementan para dar vida a una historia, que muy bien pudo haber pasado como se cuenta. La Huida a Egipto es un suceso confuso, del que apenas tenemos testimonio. Su escasa referencia histórica hace que sea ignorado, o poco conocido, por una buena parte de los creyentes.
Pero el joven Nanón no sólo es el personaje que nos recuerda este hecho bíblico. Es también la representación de la Navidad; la alegoría de una fiesta que se viste de alegría y de nostalgia, de luz y de color, para conmemorar, cada diciembre, un acontecimiento sagrado y entrañable para todos los cristianos, y, a la vez, la mágica personificación de la solidaridad, del respeto, del amor y de la amistad entre los hombres de buena voluntad, todo lo que se pide en esos días.