Quédate conmigo, que está cayendo la noche

Vicente Córdoba, Carlos

Marina, la esposa de Julián Peralta, padece Alzheimer.
Su marido se ha prejubilado para poder atenderla, siguiendo un estricto plan trazado por el neurólogo que la trata. Un día, por pura casualidad, descubre que la música, algunas obras con significación emocional en el pasado de los dos, saca a flote recuerdos almacenados en la memoria de su mujer que creía perdidos para siempre.
Esto hace que se dedique a rebuscar en su historia común aquellos momentos ligados a una música concreta que pueda utilizar para paliar los efectos de la enfermedad.
Simultáneamente, contrata a una joven ecuatoriana, Elizabeth, para que le ayude a cuidar de Marina. Elizabeth trata de integrarse en la vida española, pero su novio, también ecuatoriano, no consigue adaptarse. Solo ve al país que lo acoje como una fuente de dinero fácil y se mezcla con una banda de traficantes de drogas.
La esperanza que surge de la resistencia de Marina al progreso de la enfermedad actúa como lenitivo del drama vital de Elizabeth.