Editorial: Galland Books
Número de páginas: 208 págs. 24.0 x 17.0 cm
Fecha de edición: 26-04-2016
EAN: 9788416200337
ISBN: 978-84-16200-33-7
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El presente ensayo es un trabajo de investigación histórica sobre la figura de San Francisco de San Miguel, o de La Parrilla, santo y patrón de la expresada localidad vallisoletana, en la que había nacido a mediados del siglo XVI, y que murió martirizado en Japón después de una singular vida religiosa y ejercer importantes cometidos políticos en representación del Gobierno de España. El estudio responde a la demanda de conocimiento de la figura del habitualmente apelado como "el santo de La Parrilla", cuyo culto se extendió durante varios siglos además de en La Parrilla, por varias localidades próximas y conventos, como en el archiconocido San Francisco de Valladolid.
Conocida hasta el presente su biografía a través de una literatura parcial y hagiográfica, falta de aparato crítico y de información, este trabajo tiene el objeto de presentar un estudio riguroso y exhaustivo sobre su figura, ubicándola en el tiempo que vivió, introduciendo las claves prosopográficas necesarias para su comprensión, utilizando un amplísimo volumen de fuentes primarias y secundarias de diferentes archivos y bibliotecas y aplicando una depurada técnica científica de investigación histórica.
Francisco de San Miguel (1545-1597) nació el pueblo vallisoletano de La Parrilla. Pasó su juventud en su localidad natal, alternando también varios años de servicio a gentes de Corte en Medina del Campo y en Valladolid. Después de fallecer sus padres se hizo religioso. Su vocación y andanzas se desarrollaron en los años siguientes al Concilio de Trento, en la España de la Contrarreforma. Profesó en 1567 como hermano lego en el convento vallisoletano de San Francisco, pero su inquietud espiritual, coincidente con el paulatino desarrollo de corrientes austeras y pietistas dentro de la Orden, le llevaron a transitar por numerosos conventos en la España del rey Felipe II y después en las misiones de Ultramar: entre los primeros, caben citarse además del de Valladolid, el de El Abrojo, en Laguna de Duero, por el que había pasado tiempo atrás San Pedro Regalado, y los de Medina del Campo o Coca (Segovia); y entre los segundos, los que se establecieron en México, Manila o en Japón.