Editorial: Letras Lavadas
Número de páginas: 288 págs. 22.5 x 15.0 cm
Fecha de edición: 01-02-2023
EAN: 9789897354489
ISBN: 978-989-735-448-9
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Pedro Laureano Mendonça da Silveira, más conocido por Pedro da Silveira, nació en Fajã Grande, Isla de Flores, archipiélago de Azores, el 5 de septiembre de 1922. El título original que eligió el azoriano para acometer su obra poética completa en 1999, Fui ao mar buscar laranjas, fue la que me llamó la atención sobre este poeta desconocido para mí, hasta entonces, debido a la coincidencia total con aquel primer verso de la copla popular A la mar fui por naranjas / cosa que la mar no tiene, / metí la mano en el agua: / la esperanza me mantiene con la cual el canario Pedro García Cabrera encabezó su poemario más conocido, La esperanza me mantiene, de 1959, pero, a pesar de esa relación entre ambas obras, la antología poética presente lleva el título de Señales del oeste, el mismo que el de su segundo poemario, muy apropiado para un autor en quien tiene una gran importancia, en su vida y en su trabajo, la circunstancia fortuita de su lugar de nacimiento, del cual Gaspar Frutuoso, en su Saudades da Terra, referencia inexcusable sobre la Macaronesia, escribía que «representaba el lugar más occidental de toda Europa». La poesía de Pedro da Silveira es de un fuerte vínculo con el suelo azoriano, al mismo tiempo que desarrolla un diálogo constante y fructífero con «todas las islas del mundo», en términos culturales y poéticos, un diálogo establecido, muchas veces, desde la lejanía, y dominado totalmente por la añoranza, pues abandonó la isla muy joven, trasladándose a Lisboa, donde falleció en 2003, a los 81 años. Estimado lector, te encuentras a punto de abordar la obra poética, traducida por primera vez al español, de un macaronésico proveniente de su punto más occidental, desde donde nos ha dejado estas señales que, hasta ahora mudas, como mudos los huesos que levantó la marea / y expuso en la arena, sin que nadie sepa ahora, / de qué naufragio quedaban allí, son de un marcado componente insular, de intensa relación con nuestras Islas Canarias, no solo por la cercanía de los territorios o su mención explícita a ellas, sino por la sintonía total de su espíritu con el nuestro. Espero que estas breves palabras funcionen a modo de anzuelo en el mar, para arrastrarte a este legado precioso que se ha mantenido hundido e intacto, en uno de los muchos pecios que habrá en esta literatura macaronésica, como es su intención, y te sean de provecho los tesoros inmateriales que depositó en cofres para quien los quisiera, con el cuidado exclusivo de un poeta y la nostalgia única de un isleño, Pedro da Silveira.