Tan sólo morir

Noriega, Alfredo

«Nunca más el amor ni el odio, para siempre perdidas la tristeza y el hambre. Hasta anoche todavía habían sido posibles los sueños y las palabras, el delirio y el encanto; ya no sentirá ardor en la piel, el frío de la noche entrando por las fosas nasales, la agrura de un mango verde, sus dientes masticando la carne de un camarón, la gripe atrapada en Mindo por haberse bañado en su río. Hasta aquí llegaron las imágenes de sus propias manos, de su rostro en el espejo…».
Un accidente de tránsito cuya única sobreviviente aparece dos años después en el fondo de una quebrada, una muchacha que busca venganza, un policía con problemas existenciales, otro accidente provocado por un chofer sin licencia, un detective que dispara a quemarropa y se enamora de la persona equivocada, un taxista polifacético, una anciana achacosa, un aluvión que arrasa un barrio construido en lo alto de la montaña, el legista Arturo Fernández buscando a toda costa darle luces a su labor y a su vida. La ciudad, trasfondo y pretexto de una intriga que sólo se revelará en las últimas líneas.
Alfredo Noriega vuelve a enfrentarnos con el desasosiego del protagonista de su novela De que nada se sabe (2002). Nos conduce por una narración que nos lleva a reflexionar sobre lo hecho y por hacer, poniéndonos ante las interrogantes que preceden a la muerte.