Editorial: Comares
Colección: Interlingua ; 136
Número de páginas: 240 págs. 24.0 x 17.0 cm
Fecha de edición: 02-02-2015
EAN: 9788490452189
ISBN: 978-84-9045-218-9
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Es una obviedad afirmar que el hombre es un ser finito, sometido incansablemente a la contingencia; que, sin conocimiento previo, tan sólo tiene a su disposición una "cantidad" limitada de tiempo y de espacio. No obstante, puede vivir (con-vivir) en un clima de -libertad condicionada-, con fronteras inciertas y transgredibles, y una buena prueba de esto es el hecho de que, incesantemente, se ve envuelto en procesos de traducción. El ser humano traduce porque es un ser finito pero con deseos infinitos; traduce porque dispone, al mismo tiempo, de una ubicación concreta y móvil (espacio y tiempo) y de libertad; traduce porque, a pesar de la presencia constante de la muerte, está poseído por el deseo inextinguible de empezar siempre de nuevo: traducir es nacer de nuevo, es, como quería el rabino Nahman de Braslav, negarse rotundamente a ser viejo. (Duch, 2002: 197).
El viaje nos recuerda no olvidar la necesidad imperiosa de estar continuamente traduciendo, literal y metafóricamente, la diferencia y los fragmentos de todo tipo que esa diferencia va dejando a su paso; y no sólo a no olvidar el hecho de la diferencia sino la diferencia como hecho. La condición del hombre del siglo XXI es la de ser un hombre viajero, un hombre traducido, o mejor, en proceso de traducción, fuera de lugar. (Vidal Claramonte, 2012: 59).