Una casa de agua

Ruiz Mollá, Catalina

Cada noche me sumerjo en mis mundos, son mis CASAS DE AGUA, al entrar transforman mi realidad dando sentido a mi vida. Este es el retrato de una realidad no vivida, una realidad construida para sobrevivir. Son mis mundos, a ellos creo que escapo; aunque, a veces, más que escaparme, me invaden y me atrapan. No sé bien si esas casas me cobijan. No sé bien si al mirar esas ventanas empapadas en mí, me liberan o me encierran. No sé bien si esos mundos creados son mi existencia real o mi cotidianidad es el sueño., solo se que al habitar en ellas descubro un nuevo espacio para mi y así lo que abandoné es otro y la añoranza del pasado se transforma en otra escena nueva en la que cada uno es y define una nueva historia.
Es así como yo, frente a mí, invadida de mí misma, observando ese vaciarse, presente en cada CASA, en cada sueño, en el camino a esa desobra constante de mi interior, vuelvo a la vida como en un acto de limpieza e inmersión, segura de que nunca volverá a ser lo mismo. Cada casa que habita en mí, es mi cobijo y mi destrucción, y cada mirada desde mí, es otra y diferente, y construye ese límite entre mi intimidad y los otros.
Al acostarme, una frase, una única frase entra en mi interior, siempre la misma, una misma pregunta. Y en cada sesión vuelve a mí, desnudando mi interior una y otra vez, día tras día:
Cata,
¿en qué casa has vivido hoy?
...nada está perdido si se tiene por fin el valor de proclamar que todo está perdido y que hay que empezar de nuevo...