Vanidades del polvo

Abdala, Sebastián

Han pasado más de las 4.30 A.M. y sigo pensando cómo explicarme. Tal vez no deba hacerlo, pues la brevedad de la poesía es la mejor basa para no hablar pero decir.
Los versos que componen este libro comenzaron por Agosto de 2004, y han sido corregidos y releídos centenares de veces, envueltos en bandas de sonido compuestas, mayormente, por música de Tool y pasillos de trenes de madrugada, y pasillos de hospitales y breves senderos de cementerios. Hay muchos “yo” estacados y residentes en este libro, habitan todos de manera lateral e independiente al tipo que hoy escribe estas letras. A su vez ya no existe ninguno de ellos. Ni el que caminaba en invierno a la vera del Río Luján en Tigre. Ni el que anda entre tormentas de verano por lápidas del cementerio de Villegas. Pero todos estos laterales y taciturnos “yo”, quedan registrados en este tipo que camina por Sevilla. Y todos coinciden en lo mismo: el trabajo de estos versos se debe íntegramente a la vocación de salir con vida a la Luz, dejando registro de las curvas tomadas mientras uno se aferra a Ser.
Por último, recomiendo la lectura aleatoria de estos poemas, y el silencio al acabar con cada uno de ellos